Tuesday, November 9, 2010

El arribo

El barullo se extendía rápido por el aeropuerto de Miami, hasta el punto de que algunos extranjeros pensaron que la ciudad era mágica de verdad; pero no era para menos, pues se trataba del hecho más insólito del que nadie tuviera noticias nunca; tanto, que más que como un hecho la gente se refería al mismo como al "Hecho", el hecho en sí y por excelencia, tras el que no había otro posible. Un tal bibliotecario, al que todos tomaban por loco, pretendía hacerse con el control de dos terminales completas del aeropuerto; lo que en otras circunstancias habría terminado con un arresto por amenaza de terrorismo, pero no esta vez. Más que el estrambótico personaje, llamaba la atención la tropa de querubines con alas de papel que le acompañaba; igual que las bailarinas, bastante destapadas para ser vírgenes católicas y huríes arábicas, como afirmaban ser.

El bibliotecario afirmaba necesitar las dos terminales, pues preparaba el gran recibimiento; y es que del reino que todos creían imaginario, nada menos que del gran Nuevo Songo del Norte, venía una destacada personalidad. De pronto Nuevo Songo existía, era real, y era cierto que el que venía era el Cronista del periódico más importante del lugar; pero el aviso de que vendría con el rostro velado para asegurarse el incógnito —a pesar de tan rimbombante recibimiento— hacía pensar que se trataba de Unisexi López, la princesa heredera de Nuevo Songo.

El desconcierto no era para menos, pues la princesa había sido la comidilla de toda la prensa del corazón; y se afirmaba de ella que había caído bajo un hechizo —algunos afirmaban que era el influjo de los narcóticos— y que debía ser despertada por un beso del Manierista. El único problema era que el tal Manierista es el cocinero real y amante oficial de la tía de la princesa, la reina Leididí Usnavi Burundanga I; por lo que Unisexi López quedaría como una vulgar quita maridos, a la que la tía habría impuesto el hechizo o el velo, lo mismo por envidia de su juventud que por venganza. La historia surgió de una vez que la tía sorprendió a la princesa tratando de encantar al cocinero con su embrujadora danza del can pequeño, que solía ser infalible; y la verdad es que este recibimiento en Miami olía a cita de adúlteros, añadiendo especias a lo que podría ser el mejor plato del tal Manierista: Tarros a la songolesa.

Tuesday, October 26, 2010

Saturday, October 2, 2010

La verdadera historia del secuestro del Manierista

No fue un respingo de Inga lo que despertó de súbito al Bibliotecario, la mandinga dormía ajena a toda trascendencia; y lo que desveló al Bibliotecario fue el recuerdo repentino de aquellas páginas del Código Thamacún, a las que incrédulo había negado todo crédito. Eso era normal, estaba relatado en el libro pero aún no había ocurrido; y cuando ocurrió, ya él había sepultado esa lectura en las muchas contradicciones de su propia vida. Pero lo había leído, y ahora lo recordaba, lo del Manierista había sido un secuestro inducido; y la pobre Leididí Usnavi Burundanga I, conocida por su tremenda experiencia de vida, había sido manipulada por la supuesta inocencia del cocinero.

Fue en un viaje secreto de la reina a West Havana, la provincia de ultramar donde entonces vivía el Manierista; que ya había oído de la legendaria y extraña belleza de la soberana, cuyo cuerpo era como un mar de grasa que se bamboleaba suavemente con cada gesto suyo. El Manierista, inspirado en ella, había ideado el postre perfecto, un Mousse de Gloire; en el que al cuerpo de chocolate oscuro con ginebra, le añadía una espirales en twist de frambuesas frescas en jalea, y otro de uvas pasas rubias en reducción de vodka. El plato fue presentado a la reina con todos los protocolos, y del impacto la soberana logró las cincuenta vueltas de carnero del ballet Chivatientes, que hasta entonces se le había resistido. El Manierista nunca más vio la luz del sol, la reina se encargaba hasta del robo de jóvenes albinos que maceraban las especies con los pies y los cuerpos desnudos; su vida se redujo a aquella torre edificada con premura en el palacio real de Nuevo Songo, de la que a veces salía un olor en forma de neblina dorada que embrujaba al pueblo.

Tuesday, September 21, 2010

El Bibliotecario XVI

Había escuchado los rumores, pero la chiringa con un mensaje cifrado que temblaba en las manos del Bibliotecario no era un enemigo rumor; era una certeza, era un llamado de auxilio de su antiguo amigo, el Manierista, que veía como la abundancia de su amada se petrificaba en rugosos nudos. Era lógico y natural, pero eso lo sabía él, que manejaba los secretos que los antiguos habían puesto en libros; no su amigo, que sabía los secretos que los antiguos habían puesto en los platos con que encantaban como magos a quienes quisieran. Nadie comprendía lo que pasaba en Nuevo Songo, la capital imperial; los más listos y sagaces lo achacaban a brujería rencorosa de la princesa Senefelda, sólo que hasta los más listos y sagaces se equivocaban, porque lo que pasaba en la sede del imperio era la consecuencia del más terrible de los accidentes.

Así como los ojos azules de Victoreto habían sido letales para él, lo eran ahora para el imperio; era la repetición del problema de Medusa, sólo que sin Perseo ni la inteligencia de Atenea para solucionarlo. El general Victoreto, más conocido como el letal, se había desvanecido de Alejandría con la concesión del Ducado; hasta se rumoraba que la famosa y controvertida Queeny de Palazzo en realidad había muerto, y que las columnas sociales de Crónicas de Nuevo Songo las escribía Victoreto, que se travestía en la conocida fiebre los sábados en la noche; e incluso se le atribuían flirteos con un estafador que había querido establecerse como historiador en Nuevo Songo, y que con mañas había logrado que lo nombraran Poeta Nacional del islote.

Lo que pasaba en Nuevo Songo, sabía el Bibliotecario, era que Victoreto se había tropezado con sus propios ojos; era la locura del azul que había vencido al Bibliotecario mismo, inevitable en aquellos juegos florales en que se divertía ahora, olvidando la huella profunda que dejara atrás, el corazón que había herido. Era apenas natural y lógico, pero quién le corta la cabeza a una gorgona; bueno, claro, sólo él, el Bibliotecario, podía atreverse a tanto, y estaba Victoreto de por medio, aquellos ojos más que la profundidad misma de Nuevo Songo.

Es, más peligroso que nunca, El Códice, Thamacún!

Friday, September 10, 2010

Thursday, September 2, 2010

Político Administrativas, Disclaims, etc.

Primero: El único mapa posible está en tu propio corazón, y lo único que te sirve como brújula es algo que se llama corazonada.

Segundo: West Havana, actual Ducado de Alejandría, es un territorio privado; por tanto su ciudadanía sólo se da por invitación, siempre condicionada. No hay que sacar tarjeta blanca, se cae ipso facto en la ilegalidad.

Tercero: Absolutamente siempre hay que hablar con acento extranjero.

Cuarto: El banco Thamacunesco de West Havana no da crédito y sólo acepta cash, por aquello del carácter. No obstante, emitirá tarjetas de débito y prepagadas, que podrán usarse en sus imnumerables ITM.

Quinto: La procedencia de la Langosta Thamacún.... no, no la digo, es una reserva particular como el patio de mi casa

Dado en West Havana a las tantas y tantas del día tal del año más cual.
Fdo: Anonimón III de Alejandría

Monday, August 30, 2010

Azul

Era inevitable, pero él no lo sabía, y por eso arrastraba el recuerdo del color con su andar lento y abstraído; y el color simplemente se le aferró a los pies, le fue subiendo poco a poco por las piernas hasta llegar al centro del cráneo. Después de haberse vuelto completamente azul siguió caminando, y no es que no se hubiera dado cuenta; de hecho ya era consciente del peligro total que corría, de que aquel recuerdo no se contentaría con envolverlo. Es que el amaba el peligro, o ni tan eso sino el vértigo que le provocaba su cercanía; "el peligro —había reflexionado alguna vez— es como un abismo, que se abre a tus pies y te pone maripositas en el estómago". Así, siguiendo el curso de su metáfora él se había lanzado al abismo, y se había aferrado al acero de aquel color; le sangraban las manos, pero él no lo soltaba, porque sabía que su destino no era morir sino agonizar.

Fue así, perdido en esas divagaciones, que no supo el momento en que ocurrió la transformación; porque después haberse vuelto completamente azul, se fue desintegrando en extraños caracteres que se reordenaban en una suerte de código, un código azul. Luego aún, el código se fue haciendo como líquido, luego vaporoso como una nubecilla de ribetes dorados; y el General sencillamente recogió su mirada, que había absorbido todo aquel color, y volvió más duro aún el acero de sus ojos. ¿Desaparecido el Bibliotecario, tan simple había sido el conflicto de aquella provincia?; ¿o sería que el Códice continuaba en otra dimensión, secreta, privada, muy íntima, como metafísica?. Nadie podría decirlo, nadie podría decir nada, porque aquel era un pasaje del Gran Libro; era, no había dudas, más peligroso que nunca, El Códice Thamacún!

Thursday, August 26, 2010

El Bibliotecario XV

Cantares

El Bibliotecario tomó su arpa, y aunque consciente del ridículo que hacía le extrajo unas notas desafinadas; era cierto que él no era David, pero igual la amistad dejaba huellas profundas en su alma, como a aquel lo había herido Jonatán. Todo ocurría por dentro, donde se había detenido el tiempo; ya habían transcurrido dos de aquellas jornadas en que se pasan las páginas de los libros secretos, pero sólo él las había leído. ¿Sólo él?, no podía estar seguro de eso, pero la vida le era el susto de no saber; por eso repasaba y repasaba en su interior aquellos dos últimos capítulos no revelados, y se preguntaba qué pasaría.

Era muy peligroso aquello de ponerse a leer libros misteriosos y vivos, porque se vivía presa de ellos; por eso se había dejado llevar por la melancolía y se sumía en el mismo mutismo del que antes había acusado al Duque de Vindobona. No tenía respuestas, o peor, las respuesta se las reservaba Dios; por eso, ante toda interrogante sabía que sólo podía responder un cantar de Sión; pero estaba en tierra extranjera, fuera de la esa amistad de Dios que le sería una respuesta, y cómo cantar un cantar de Sión en tierra extranjera?

Tuesday, August 24, 2010

El Bibliotecario XII

El silencio esplendoroso del Duque de Vindobona

El Duque era un personaje muy popular, eso era sabido; después de todo, Nuevo Songo se enclavaba en Playa Hedónica, una suerte de carnaval del que el Duque era rey Momo. Sin embargo, la historia se repetía y se repetía, se hacía interminable; era por eso que el Bibliotecario repasaba de memoria —¡cuánto poder!— los sucesos de Fantasia, tratando de encontrar la clave definitiva. El Duque, al que él mismo había rebautizado como el Parsimonioso, persistía en su mutismo; era probable que su confianza estuviera en aquella dignidad, que era como la belleza de Men... [ujún] Leididí, y por eso podía sostener el reducto. Pero había más, porque el peligro real podía estar en ese problema de la Fe; es decir, que Playa Hedónica fuera una fantasía sin mayor consistencia, y terminara diluyéndose como la Castalia de Hesse.

El nombre Castalia fue lo que aclaró las dudas del Bibliotecario, que decidió dejar en paz al Duque con su mutismo; después de todo, el peligro de Castalia fue que Knecht se la tomaron en serio y la defendieron como a institución. No era ese el caso de Playa Hedónica, que si se hubiese hecho continuación de lo real habría perdido sentido; por eso la historia debía ser interminable, Inga debía morir y revivir continuamente, y él debía retornar a los mensajes cifrados del Obispo dejándose de tanto lío. Se preparaban grandes acontecimientos, el Periodista regresaba con Inga que respingaba de nuevo; quizás trajera la verdad definitiva del Códice, pero el Códice es el libro eterno que todo lo relata. ¿Qué pasaría en Nuevo Songo con el regreso del Periodista?, él no lo sabía; por eso se aprestó a responder al mensaje del Obispo y comenzó a doblar el papel para hacer el juguete con que lo enviaría.

Sunday, August 22, 2010

El Bibliotecario XI


Versus Necius

El Bibliotecario se complicaba en cábalas, pero eso era inevitable, estaba en su naturaleza; él era consciente de ser una persona compleja, y lo que es peor, le gustaba serlo hasta el punto de la casi fascinación. De ahí que eventualmente se diera a encarnar personajes que le hubieran impresionado mucho en sus lecturas, una suerte de médium que comercia con fantasmas; como en este caso, en que fascinado con el Ignatius de La conjura de los necios sentenciaba que los problemas del mundo se debían a que no aplicaban la matemática y la teología. Era natural, la matemática como el misterioso número Fi que da la estructura de las cosas; la teología como la indeterminación Pi, el espíritu que guiaba y daba sentido a aquella estructura, conduciéndola a una apoteosis; y si se lograba establecer la relación entre ambas constantes, que podía ser el otro irracional E, entonces todo se aclararía. Sólo que eso no había ocurrido aún, y la vida seguía siendo misteriosa, problemática, sobre todo incomprensible; por eso había tipos como él, que se aplicaban en extrañas cábalas de dudosa utilidad más allá de su belleza. Pero la Belleza, como verdadera y necesaria [Fi], era la máxima aproximación [Pi] posible a la verdad [E]; que era por lo que todo se reducía a la Mecánica, que algunos conocían como Dialéctica.

Ese era el caso del misterio de Thamacún —pensaba el Bibliotecario—, que funcionaba como un reflejo de lo real y lograba descifrarlo; donde todo encajaba, desde la maternidad iniciática [sexual] de la reina Leididí, como la Vida misma obsesionando al Manierista con su trascendencia. Bien, Leididí estaba bien, como casi todos los otros, fungían en su calidad simbólica; ¿pero y el Duque, que a su sobrenombre de el Digno sobreponía aún el de el Parsimonioso?. Grandes misterios, más atractivos para la mente del Bibliotecario que las pretensiones de un Obispo cismático; el separatismo de Vindobona no encontraba espacio en su mente por ahora, tendría que esperar a que desentrañara aquella otra incógnita que era el Duque de Vindobona.

Wednesday, August 18, 2010

Mensajes cifrados en Vindobona


"Si tan sólo regresara el periodista —pensaba el Duque—, entonces tendríamos un héroe frente al Obispo"; y no es que el temiera al religioso, sino que su sabiduría política le aconsejaba mantenerse al margen de lo que a todas luces era un nuevo conflicto blogal. La verdad es que frente a la extraña e impredecible naturaleza del Obispo no podría ni Inga, aparte de que lo de su resurrección eran todavía rumores; y el prestigio del Duque residía en su parsimonia, inconmovible frente a las más duras provocaciones. El único enfrentamiento que se le conocía era la legendaria Batalla de las Décimas, en la que se vio envuelto pese a su voluntad pacifista; y aún entonces su victoria había consistido en una estrategia de retirada, que le había valido el sobrenombre de El Digno. Sufrió una segunda encerrona en una apartada finca, en la que acostumbraban vacacionar los intelectuales; era un reconocido centro turístico, regentado por un escritor que gustaba lucir su retórica confusa y oscura en áridos soliloquios; y a a donde lo atrajo con la promesa de algún debate, pero donde también se emboscaba el Troll que amenazaba la paz del reducto con sus provocaciones, y que también había desatado aquella otra conflagración de las Décimas.

En eso estaba cuando una bandada blanca cruzando el cielo de Vindobona llamó su atención, parecían las palomas de la reina; sólo que no venían de los palomares reales de Nuevo Songo sino del episcopado de Vindobona, y parecían volar a West Havana. Vino a su mente el nombre de Anonimón III, misteriosamente diluido en la personalidad de un Bibliotecario nacionalista; entonces lo comprendió todo, no eran las palomas reales, ni siquiera eran palomas sino aquellos juguetes de papel que los niños gustaban de soltar al viento. Estaba claro que el Obispo pretendía comunicarse con el Bibliotecario de Alejandría, y que la amenaza se cernía sobre Vindobona; y aún no regresaba el periodista, "total —volvía a pensar el Duque—, tanto viajar tras un secreto que podía haberle enseñado la misma Inga". Fue en ese momento que recuperó la calma, pues si bien era cierto que Inga había muerto para que no transmitiera el secreto, su resurrección brindaba nuevas esperanzas; sólo hacía falta que regresara el periodista, y también era cierto que la reina había partido tras sus pasos en una misión secreta, a encontrarlo en Patmos. Todo encajaba, aunque no pareciera menos arduo; habría que confiar en la luz, y también en aquella extraña fortaleza con que la reina alimentaba el reducto, su belleza; que fuera alimentada por el Manierista le aclaró las dudas sobre aquel plato que recién degustara, Ella le brindaba esperanzas, sólo le pedía que confiara.

El Plato del Manierista


El Duque miró el plato que el Manierista había depositado casi con ternura en su mesa, y pensó en la leve barriguilla que estaba echando; se sonrió de medio lado, para ocultar los dientes de conejo a las miradas anonimonas que seguro lo rodeaban. El plato se veía apetitoso, y el Manierista afirmaba haberlo hecho expresamente para él; era muy difícil no creer en la candidez del Manierista, que sólo cocinaba como un furibundo; pero también era muy difícil creer en la candidez de Usnavi, que lo había sobrevivido todo, incluso a aquel pasado en que él la conociera con otro nombre. Al fin y al cabo, por más enamorado que estuviera, el cocinero no era libre de andar regalando sus creaciones así como así; la reina lo reclamaba como exclusivo suyo, así que aquel manjar había de tener un significado especial, un mensaje de la reina.

Grandes acontecimientos sacudían al Ducado, desde que el Obispo amenazara con declarar el cisma; y no es que el Duque fuera muy religioso, pero sí tenía tacto político, y sabía de la inestabilidad que amenazaba a la isla. Recientemente se habían corrido rumores sobre una posible resurrección de Inga la Vikinga, y era poco probable que se debiera a las manipulaciones del Obispo; bien podía tratarse de un milagro orquestado por la reina, para asegurar su hegemonía en el favor popular por sobre el Obispo. Se decía que la reina recibía unas pastillitas azules de contrabando, que realizaban milagros y que bien podían ser la causa de esa resurrección de la Inga muerta; sería una jugada maestra, con ganancia doble, pues Inga era también la obsesión del Troll que amenazaba la paz de Nuevo Songo, que siempre quiso comérsela toda. "¡A mí la Inga!" decían que gritaba el Troll cuando algo le salía mal, y también que solía jurar fervorosamente "por mi Inga".

¿En medio de todo eso, qué significaba este plato aún humeante que le presentaba el cocinero real —unas cerecillas picadas a la mitad nadaban en un caldo oscuro y rojizo que olía a Borgoña con una especie de layer acanelado, rodeando junto a lo que parecía cilantro muy picado una especie de lomo, jugoso en extremo—?; era difícil saberlo, muy difícil, extremadamente difícil, tan difícil como fuerte era la tentación de aquel caldo. Pero también él estaba resguardado por la luz de un secreto ancestral —sólo lo conocen las mujeres, pero la Sra. Duquesa es una mujer, ¡y qué mujer!— y podía atreverse a probarlo, él conocía la verdad múltiple y cambiante de El Códice Thamacún.

Sunday, August 15, 2010

El Bibliotecario X

El Bibliotecario no sabía qué hacer, si reír o llorar; pero de algo sí estaba seguro, y es que era feliz. Había logrado descifrar el mensaje del Obispo de Vindobona, en Nuevo Songo del Norte; que había sido especialmente trabajoso, porque no venía redactado en el Código Rosa, del que era experto; sino que estaba en el Código Verde del espionaje vaticano, del que no había recibido instrucción. Pero al fin, porque todo esfuerzo verdadero se corona con el éxito, lo había logrado; y en el mensaje, el Obispo le hablaba de concretar la secesión de Vindobona, aunque dudaba de la voluntad del Duque; lo que no importaba, porque ya el religioso tenía el plan perfecto, que seguro contaría con la complicidad de Roma.

La Iglesia Novosongolesa, al igual que la Inglesa —¡la madre del que diga que la Usnavi es una copiona de la Isabelita!— es encabezada por la soberana, Leididí Usnavi Burundanga I; cuya autoridad el Obispo planea desconocer, acusándola de anonifagia, dando curso a los rumores sobre su canibalismo. Eso es, a todas luces, una infamia atroz, surgida con la leyenda del Filete Vindobona; pero uno de los espías-consejeros del Obispo es el Troll de Playa Hedónica, cuya máxima reza "Miente, que algo queda, y el fin justifica los medios".

Si el Obispo lograba la separación religiosa del Ducado, el poder de Nuevo Songo sobre West Havana quedaría debilitado por su fracción interna; peor aún, a su regreso con la Verdad del Códice, el periodista tendría que volver a enfrentar el poder del Troll, inmenso tras acabar con la felicidad del reducto. El bibliotecario podía imaginar al Obispo frotándose las manos con su maquiavélico plan, mientras soltaba su ligero juguete volador al viento; y también podía imaginarse la frustración del periodista, que habiendo descubierto que el misterio del Códice era él mismo, tendría que enfrentar la perfidia del Troll en otro encuentro todavía.

Tuesday, July 20, 2010

El Bibliotecario IX

El Bibliotecario, cansado, se sentó sobre una gran piedra plana que encontró; la ciudad no era la misma, el mar [el mal] la había barrido, y ahora lucía algo desolada. Pensó en el Manierista, en los diálogos que acostumbraban a tener en la juventud; no lo extrañaba a él, se extrañaba de su repentino anexionismo, de esa nueva pasión suya que incluía alquimias para la reina. Más de una vez se había burlado pensando en aquella mole inmensa de la reina sobre la magritud de su cocinero; pero en esos mismos momentos, más hondo aún en su alma, recordaba que era lo que había preferido. El, en cambio, paseaba su fracaso sobre las sombras de la ciudad que había levantado; pero el otro descansaba en su esclavitud aparente, asegurada por aquellas cadenas que seguro le parecerían livianas.

Sacó el viejo recetario que había logrado retener cuando la reina secuestro a su amigo, y de entre sus páginas cayó un pedazo de papel gastado; era un fragmento del códice, el gran misterio que los traía a todos de cabeza, pero no importante, pues sólo reproducía una parte de la Biblia. Recordó las palabras misteriosas del Manierista, que entonces le habían parecido desdeñosas y soberbias; "no existe secreto en el Códice —había dicho el amigo—, la Verdad no se oculta; sucede que es tan leve como el éter, y como el éter lo permea todo, es por esa sutileza que no se la ve". El fragmento bíblico del Códice sólo citaba a San Pablo.

Wednesday, July 14, 2010

Armienne


Ella sonreía desde la oscuridad en que se había encerrado con su exhibicionismo, lo había logrado y merecía sentirse bien; incluso si quedaba pendiente la segunda parte, pero eso ya no estaba en sus manos, lo suyo lo había cumplido. Todos se perderían tras el misterio de Anakantra, pero la Encueratriz era ella, y ella era Anakantra; cómo era eso posible, de la misma manera en que las naturalezas se comunican trasvasando sus substancias. Pero había algo innegable, había que traducir los misterios a términos racionales; y la gente no puede lidiar con la verdad desnuda, por eso la visten y así pueden llevarse bien con ella. Qué importaba eso, al fin y al cabo se trataba de la verdad; y la verdad es que Anakantra era ella como ella era Anakantra, ambas eran sólo espejismos, y quien accediera a la una accedería a la otra.

Por eso había merecido el título de Encueratriz, que retenía el misterio de su persona real, y la otra podía ser el ideal de los hombres; total, la realidad con que lidiaban era ella, y ambas sólo existían en la voluntad de la soberana, que las admitía dadivosa porque incluso ellas sólo eran la puerta a la amplitud de aquellas carnes alimentadas por el Manierista. La sola sospecha de que ella hubiera urdido las crónicas del Hecho, ya eso era grandioso; esa sospecha de grandeza, por la que podía conceder la libertad —más bien reconocerla— a través de un hombre, ya eso la hacía interesante. Porque si ella era la invención de él —o si no, la sospecha es lo que la condición de naturante de toda naturaleza—, entonces ella era su mejor obra, lo que lo sustanciaba; ella era así Idamanda, como mismo era Anakantra —¿no es que era sólo una naturaleza?—, y la búsqueda volvía a ser de lo que se oculta en lo que se manifiesta.

"¿Qué es un nombre?" preguntó una asombrada Julieta a un perdido Romeo; "el nombre correcto, que cristaliza la esencia de una unidad, descubre su objeto fundamental", eso respondió K. Stanislavsky. "Sólo que el objeto no es la cosa en sí sino su fin último", ese fue el apotegma del Manierista mientras vertía una nueva salsa sobre el próximo filete que serviría a la soberana de Nuevo Songo.

Monday, July 12, 2010

El problema del Vondobona-III

[La receta]

En efecto, el colesterol era la vida, porque permitía el flujo generacional; esa suerte de Elán torpemente interrumpido por las comidas orgánicas y el desarrollo de la industria farmacéutica. Nada mejor que morir en una buena digestión, sentenciaba dogmático el Manierista; y ese era el problema del Vindobona, que inauguraba una tradición de naturalidad en las más nobles familias de Nuevo Songo.

Primero, para hacer el Vindobona se requería de una tranquila transición desde los viejos métodos; cuando se hacía la carne en las formas tradicionales se le dejaba pegar al caldero, a eso se añadía cebolla muy picada más [censurado] y Jerez de la Frontera; luego se dejaba hervir un poco y se separaba, una y otra vez, una y otra vez. Eso era la base permanente de toda salsa, que se espesaba a gusto batiendo con [censurado]; y a eso es que se añadía una buena porción de pulpa de granadas, a la que no se hubiera retirado toda la semilla sino sólo parte. Entonces la carne se cocía con muy poco del jugo base de la salsa, pero lo importante era dejarla que se pegara; en ese punto en que la carne se dora es que se filetea, mientras se espesa la salsa y se le añaden las últimas especies.

A punto de servir se mezcla todo y se añaden las fresas en corte juliana, con la previsión de que no sean muy dulces; claro, esas cosas sólo se saben —sobre todo los por qué— cuando se entra a la secta, una de cuyas disciplinas es hacerse borracho empedernido. La razón de tan estrafalaria condición es afectar el paladar, de modo que rechace los ácidos tan caros a las comidas criollas; sólo así se abre la amplitud del paladar a la riqueza frutada de las salsas, dándole sentido hasta como layers en que se superponen diversos sabores.

El problema del Vindobona-II

Fue el grito extasiado de "El colesterol es la vida" lo que provocó un asalto al Palacio Real de Nuevo Songo; pues resulta que una francesa, turista pero apasionada de la comida criolla, lo escuchó. En ese momento, el neblinoso olor se desprendía luminiscente desde la mazmorra del Manierista; la turista, abundante ella y amargada por el recuerdo de una trifulca con la reina en una taberna, decidió que aquella fórmula tenía que ser suya. El asalto al palacio fue tipo comando, rápido y efectivo; pero al poco tiempo el Manierista era canjeado por un cargamento de masas de puerco y devuelto a la reina, aterrado no había sabido qué hacer con las rudimentarias salsas tradicionales. La francesa concluyó, algo cansada, que había ciertas sutiles diferencias que la separaban de la soberana de Nuevo Songo; sí —admitió—, el colesterol es la vida, pero unas vidas son más sofisticadas que otras. Nunca se enteraría de lo que él podía hacer con el pega'íto de aquellas masas, al que añadía cerveza o jerez según fuera a cocinar más tarde carnes magras o grasientas.

Del imperio de Leididí sobre el Manierista


Cuentan —pero no hay que creerlo todo— que cuando se corrieron los rumores del secuestro del Manierista hubo motín en Nuevo Songo; la gente, indignada, se arremolinó en la plazoleta del Palacio Real, reclamando la libertad del cocinero. Entonces ella, la reina salió en todo el esplendor de sus carnes y acalló el tumulto; el pueblo cegado comprendió en ese instante que si el Manierista estaba preso era por las únicas cadenas que nadie se quiere arrancar. Escépticos dicen que sólo se trataba de Luis Carbonell declamando Esa negra fuló en la televisión de la Isla Grande; pero en todo caso el efecto es el mismo, todos arrobados se postraron ante aquella inmensidad que rechazaba toda carestía con tan sólo su presencia.

Hay incluso leyendas sobre el coloniaje de Nuevo Songo sobre West Havana, que le habría impuesto un tributo de jóvenes albinos para el Manierista; y que algún sobrado hubo que se las dio de Teseo, pero que el pueblo lo rechazó con su sabiduría. "Nada mejor hay que un o una gobernante sexualmente satisfecho o satisfecha" había decretado el pueblo; y desde entonces se instituyó el Servicio Militar Voluntario en West Havana, que consistía en alimentar las otras ansias de la soberana de ultramar. Ese era un ideal con el que todos los jóvenes soñaban, y los padres orgullosos los aprestaban para esa dignidad de satisfacer a la soberana; subir esas montañas de sus senos, descender a ese lago adiposo de su vientre, sumergirse en sus adiposidades. Después de eso eran hombres, y todo gracias al Manierista, que les preparaba tan magníficas carnes; que es la afinidad en que comprendieron que él no estaba preso sino enamorado, como era además de lógico natural.

El problema del Vindobona-I


Está claro que el filete Vindobona es la felicidad, hasta el punto de que quien lo prueba pospone definitivamente toda búsqueda; pero toda búsqueda es eso, toda búsqueda, incluso la del Códice. Por eso, como toda felicidad es también un problema; y los equívocos gramáticos han querido hablar del Problema Vindobona en vez de El Problema del Vindobona. Es de ahí que provienen los rumores de separatismo que entusiasmaron al bibliotecario en sus afanes independentistas; pero nada más lejos de la verdad, porque la reina se encargó de secuestrar al Manierista, el Magíster Culinarii que creó el Filete Vindobona dedicado a la Sra. Duquesa. Desde entonces él pervive en una mazmorra de Nuevo Songo, rodeado de sus implementos de cocina; sólo puede cocinar para ella, la reina, que así se hace cada vez más abundosa. La única excepción fue aquel filete primero, que provocaría la ruptura de relaciones entre Nuevo Songo y la casta Albión.

Se cuenta que el Manierista es un andrógino, que mutiló sus partes femeninas para poder integrar la secta y llegar a Magíster Culinarii; pues ese oficio es exclusivo para varones desde que el culto fue traído a Nuevo Songo por un oscuro inmigrante griego, de raros y peligrosos vínculos órficos. Pero todo eso es pura leyenda, pues en verdad nadie ha visto al Manierista en Nuevo Songo; sólo en noches muy serenas, un olor en forma de niebla escapa de una apartada torre en el Palacio Real de Nuevo Songo. Es olor de especias maceradas con conjuros, y es el que alimenta las leyendas alrededor del Manierista; del que se cuentan otros horrores, como que en las noches de tormenta sale a cazar albinos púberes, que son los que maceran las especies con los pies y los cuerpos desnudos.

Se cuentan otras cosas terribles del Manierista, como cuando descubrió extasiado que el coleresterol era la vida; pero ese sería su secreto, la posibilidad de provocar una eutanasia lenta y feliz, natural, que agradecían todos los nietos del imperio.

El Filete Vindobona


Se suponía que era una historia secreta, pero nada es secreto para quien conozca el Códice; y ellas lo conocían, de ahí esa abundancia que las caracterizaba, hijas del placer. Fue leyendo ese fragmento que el Bibliotecario comprendió la animadversión histórica, no era política; era la receta del filete Vindobona, eso es lo que se ocultaba tras las trifulcas entre la soberana de Nuevo Songo e Isabelita la verdadera inglesa. Tampoco era para menos, se decía que las propiedades de aquel plato bien merecían una guerra global; podía imaginarse —él se imaginaba— aquella salsa de pulpa de granadas con semillas, en puro Jerez de la Frontera, y entonces comprendía al mito de los filtros mágicos. El filete podía ser, además, lo mismo Lomo de cerdo que cualquier corte vacuno con tal de que fuera tierno; tenía el secreto francés —las carnes se hacen sólo con sal y pimienta, el resto es salsa—, y justo antes de bajar del fuego se le añadían fresas en corte juliana.


La receta no se llamaba originalmente Vindobona, sino que simplemente se trataba de otro experimento culinario del Manierista; pero el olor de la carne cuando recibía aquel baño milagroso llegó al salón de la taberna, donde las abundosas lo olfatearon... y se armó, claro. Isabelita y Leididí se halaron de las tiaras tratando de entrar en la cocina, y las otras abundosas se arremolinaron tras ellas; sólo la sabiduría del Códice pudo iluminar al Manierista con una decisión salomónica en el último minuto, que calmó los ánimos aunque no los deseos, permeándolo todo de resentimiento. La solución fue ofrecer el filete a la duquesa de Vindobona, en gesto que la Usnavi agradeció; como el Ducado estaba en los predios de Nuevo Songo, ella podría probar el plato y escamotearlo a Isabelita, a la vez que lo declaraba exclusivo para la nobleza novosongolesa, por más que otras abundantes chillaran que les pertenecía enloquecidas por el colesterol.

Sunday, June 6, 2010

El Bibliotecario VIII

Después de saber la Verdad, al bibliotecario ya no le importó nada y descendió a los restos de lo que fuera su ciudad; vio entonces el milagro, pero más milagroso fue que no le diera importancia y continuara caminando. Las aguas retrocedían mansas ante sus pies, West Havana renacía para él; quizás por su propio desdén —eso no era importante—, pero en cualquier caso juguetonas en espumas que se deshacían prontas. Buscó la entrada al sótano, pero ya no existía, el maremoto había barrido con todo; pero tampoco le dio importancia, sólo tenía un apremio, arrancarse una pluma para escribir aquella carta de adhesión a su nueva soberana, Leididi Usnavi Burundanga I de Nuevo Songo.

Fi, la espiral de la casa Burundanga


El Bibliotecario VII

¿Qué sería de West Havana?, se preguntaba el bibliotecario en su retiro de la montaña cuando de pronto el Cielo le abrió sus arcanos; y comprendió, por fin, el enigma que sostenía a Nuevo Songo. Erótica, el Libro, como El Corán y La Torá, era sólo un reflejo; El Libro Verdadero, que como la arena cambia sus líneas, estaba en el Cielo, y se llamaba Errática. Nuevo Songo estaba registrado en Erótica como algo distinto, "descansaba más en el humor recreativo que en la diversión productiva" afirmaba el cronista de Playa Hedónica. Un pasaje decía "Vindobona [...] dicen las malas lenguas que son las tres familias que vivían en el islote cuando llegaron los colonos de Songo La Maya". Otro comentarista dio en el clavo, "no hay error, los nativos tranquilitos en su bobería, y llegaron los cubanos y lo jodieron to', con reina Burundanga y todo el cuento. si parece la historia de Miami".

Fue el nombre de Miami, la ciudad que media entre el Hecho y la Realidad de la Habana, lo que aclaró las cosas para el Bibliotecario; era un perfecto experimento, típico de la alquimia de Maese Lezama —esa analogía lo asustó—; porque al dios que va a Ser [Cemí] sólo era posible cuando su Bien [Fronesis] aceptara a sus pasiones más bajas e ignoradas [Foción]. Así mismo, Playa Hedónica era Fronesis, perseguida por la pasión del Troll; como mismo en Miami los pobres nativos se vieron reducidos y asimilados en la convención ducal de Vindobona, una concesión de aquel personaje esperpéntico de Leididi Usnavi Burundanga; era Foción que se niega a su negación por Fronesis, y afirma que sin él no existe Cemí.

La reina era un personaje del carnaval pánico, la primera representación cómica sobre el drama de la realidad; era en la comicidad del movimiento de sus carnes, y no sólo en su belleza, que se reivindicaba la pureza de El Gran Salto Adelante. La belleza, arquetipo al fin, la había alzado; pero sólo para que los demás la vieran y fueran a refugiarse en la gratuidad de su risa, esa espiral del humor recreativo; que como el caracol, reproduce la matemática de Dios.

Sunday, April 11, 2010

El Maremoto

La mer, la mer, toujour recomance...
M.
Todavía hurgaba el escriba entre los viejos pliegos cuando escuchó el rumor, inconfundible; ni siquiera sabía de dónde sacaba aquella conciencia de lo que se avecinaba, como si un escondido gen le alertara de aquel peligro específicamente. Era el peligro del que habían huido siempre los habitantes de Thamacún, la sombra que persigue al Gran Salto para restarle alturas; y que en su constancia se había grabado en la memoria de historiadores y antropólogos, como la oscura indeterminación por la que todo lo que se originara en la Isla Grande se frustraría siempre.

El mar, era el mar —y ahí recordaba a Mallarmé— como un peligro, en su fuerza desoladora y latente; y ahora se revolvía ahí afuera, con ese ruido sordo que sólo los torpes podían atribuir a la cháchara banal de los demás. Era el fin, de eso no había dudas, era el mar, el mal; que era también la guadaña de la Muerte preparando los campos para otra siembra, que nunca sabrían si sería mejor. Esta vez, por lo pronto, todo estaba perdido; el mar —el mal— pronto lo invadiría todo, lo ahogaría todo, incluso a él si no se apresuraba un poco. Tenso pero calmo, conteniendo el nuevo temblor de sus manos, sólo rescató una oración a Santa Elvira y un mensaje cifrado del cronista de Nuevo Songo, por el que se sabía apreciado; con veneración dejó el resto de los papeles donde estaban —dentro de poco ya no valdrían nada— y se encaminó a la salida.

"West Havana —pensó—, tanto pelear por ti, por tu belleza; tantas luchas, enfrentar la soberbia vulgar de Leidi Di Usnabi, la prepotencia del General Victoreto; tanto, tanto, tanto, para que ahora el mar —el mal— te reclame y pueda poseerte". Afuera el salitre invadía con su olor yodado las calles de Alejandría, que pronto sería cubierta por el mar —...el mal—; y encomendándose a Santa Elvira buscó las afueras de la ciudad, para dirigirse a la vieja montaña y volverse ermitaño. "Sí —pensó—, la montaña es un buen lugar para esperar infinitamente; al menos si no se tiene otra intención que la de mantenerse ajeno a esos asuntos de los humanos, tan allegados al mar, al mal, que sin embargo.... toujour recomance.

Saturday, February 27, 2010

Declaración Oficial de West Havana

Hoy las costas de West Havana se visten de fiesta con el honor increíble de la primera aparición de Santa Elvira.


West Havana quiere agradecer este momento gracioso, que sin dudas servirá para fortalecer la fe de nuestro blogeo.

Esperamos que la intercesión de tan singular y venerable figura lleve a Nuevo Songo a reconsiderar la cuestión del estatus de West Havana.

Esperamos también que desde el cielo Santa Elvira haga honor a su santidad, e intervenga en nuestras vidas con sus llamados constantes a la decencia, sobre todo continuando su misión de adecentar la blogosfera, e influyendo en el ánimo de los belicosos para llamarlos a la morigeración.

Yo, Anonimón III de Alejandría, Propiciator

Thursday, February 25, 2010

Santa Elvira de Nuevo Songo, mártir

El temblor casi rompe el viejo pliego entre las manos del bibliotecario, que apenas podía creer lo que había encontrado; porque allí, escrito en el famoso Código Rosa, estaba la causa de beatificación de Santa Elvira de Nuevo Songo. De la existencia de la santa no había dudas, pero sí de su importancia para Thamacún, que parece haber sido capital aunque efímera; y su corta presencia se rodeaba de leyenda, haciéndola en gran parte increíble a los ojos furibundos del mal. No era mucho lo que se sabía de ella, apareció un día en los debates más enconados de Cumberland, sólo eso; pero por sus sermones era evidente que su misión se centraba en la virtud de la decencia y la moderación, repudiando los ataques soberbios e iracundos.


Su presencia caló muy hondo en la mente y la cultura blogal, hasta el punto de que muchos afirman que ella había participado con sus oraciones en la célebre Batalla de las Décimas, muy anterior a los primeros datos de su existencia. También se afirma que desde el cielo asiste a la resistencia contra el asedio de los clones, incapaces de soportar la mera existencia de Cumberland. Según la tradición, su muerte fue espantosa, por martirio; cuando decidida a adecentar las costumbres blogales entró a un antro de perdición virtual, y su corazón fue más frágil que su fe. Sus restos no aparecieron nunca, pero en ciertas capillas se venera una imagen suya; se trata de una mujer algo mayor, con la vista petrificada en el monitor de una computadora en la que aparece la imagen de otra mujer; pero ésta otra enmascarada y sosteniendo un ramo de margaritas contra su pecho, sin dudas reflejando la doblez del mal y su pérfida ambigüedad. También se la representa como una mujer que viste hábitos de mortificación y que ora de pie, con un computador a sus pies; en general se la considera patrona nacional (cubana) del blogeo, y se le pide contra esa adicción.

Los fieles recomiendan su oración contra la envidia, la ira y la impudicia, con el uso de un azabache como amuleto o "detente"; y su causa fue expedita, gestionada por Anonimón III de Alejandría, parece que con el propósito de arreglar el estatus de West Havana, ocupada por las huestes del General Victoreto. Según se deducía de aquel pliego, el plan del de Alejandría era lograr la intercesión de Elvira (ya santificada) ante la voluble Leidi Di Usnavi Burundanga I, soberana de Nuevo Songo.

Tuesday, January 19, 2010

El debate


"—Todavía es muy burdo —le decía el prócer a su asombrado secretario—, lo toma demasiado personal; pero mira bien, por fin hemos merecido una metáfora suya, y ya es la segunda vez; ya no son siempre ataques vulgares y bajos, y si sigue así podremos reconocerle la dignidad de contrincante".


Eran tiempos turbulentos en Thamacún, que desdecían la placidez del prócer paseando por jardín de los lirios de la casa presidencial en compañía de su secretario. El pobre asistente no había formulado ninguna pregunta, pero el prócer sabía de las dudas que le apretaban el pecho; por eso él trataba de tranquilizarlo explicándole aquella maravillosa jugada de Dios, que siempre es incomprensible. Aquella tarde había ocurrido un debate público, en que el líder del Partido Liberal Constitucionalista [opositor] impugnara la presidencia del prócer; el flamante presidente del Partido Anarco Conservador, que había prevalecido en el régimen de Anarquía Participativa de Thamacún. Era obvio que se trataba de contradicciones flagrantes, aquellos partidos del liberalismo constitucionalista y el anarquismo conservador; pero peores cosas se veían de continuo en la isla grande, y el sólo recuerdo de aquellas aberraciones hacía más leve el traumatismo evidente de estas, en que los liberales se aconsejaban con Dios y los conservadores eran anarquistas.

En el debate, el líder del liberalismo constitucionalista había atacado con su ferocidad habitual al prócer; pero por segunda vez, de su boca habían salido imágenes impensables a su vulgaridad, que mezclaban las abstracciones de Dios con elaboraciones sobre las condiciones del color y los recovecos de la psiquis. "—Ni siquiera podría concebir una historia en tiempos compuestos, como ésta— seguía el prócer —; pero si sigue así habrá que reconocerlo como contendiente, ¡nada como el fragor de vencer o ser vencido, pero con merecimiento!". Por eso, ante el asombro del público, que esperaba una vitriólica respuesta, el prócer se había levantado al final del discurso y estrechado con entusiasmo las manos del contrincante. "—No soy hipócrita —aclaró al secretario —, pero la perfección exige alguna generosidad, y hemos de reconocer que se ha esforzado".

Saturday, January 9, 2010

Otra vez la frase


No era la derrota algo que el joven líder pudiera concebir, siempre quedaba el espíritu para intentarlo nuevamente todo; así pensaba, y no era precisamente un defecto suyo, sino el aire de los tiempos, que todo lo contaminaba de irresponsable heroísmo. Por eso aquel súbito desplazamiento suyo en el certamen de Thamacún no lo había amilanado, sino que lo espoleaba en su dignidad; aunque demasiado orgulloso para probar suerte dos veces donde no le habían reconocido la primera vez, decidió que su campo era el vasto campo de la heroicidad ética. Después de todo, concluía con su ingenio brillante, el valor está en la vaciedad; toda batalla hay que ganarla con la intrascendencia, que es lo que obnubila a las multitudes con palabras sonoras. Era un recurso tomado de la poesía, esa ciencia magnífica de la Idea pura [¿Eidos?]; cambiar los vocablos de lugar no necesariamente alteraba las frases en su sintaxis, y en cambio les prestaba nueva sonoridad; aunque eso las expusiera a una mayor ambigüedad de ese sentido inalterado, que siendo parabólico ya no era recto.


Así, desgastada en un certamen inútil la más brillante de sus frases, escogió otra del cofre inagotable de su intelecto; "Ser cultos para ser libres" pensó, no importa que la cultura precisara de la libertad para ser verdadera, so pena de encerrarse como nueva cárcel en su apariencia. Frase que por intrascendente estaba destinada a la gloria, no la desgastaría en concursos populares; mejor invertirla en el otro mejor, el de la batalla de ideas, donde muestran los héroes su imperecedera vulgaridad.

Friday, January 1, 2010

Cuba Alejandría, con todas las banderas


Cuando los precursores de Thamacum hablaron del Gran Salto Adelante, muchos se asustaron; y eso fue apenas natural, si evocaron los desastres de la gran revolución china, a la que sólo salvó su retorno razonable la capitalismo, aún si condicionado. Pero esa obviedad de la referencia ocultaba el otro hecho, el trascendental; aquel en que la ciudad sencillamente huía, hundiéndose en su destino nebuloso de contracciones metafísicas. El Gran Salto, era el santo hacia el Oeste, en una apuesta ciega por la civilización occidental; siquiera en los sueños, porque hasta esos cuentan cuando de lo que se trata es de la limpieza, el ebbó que nos cure. Por eso traemos nuestra enseña al movimiento Con todas las banderas porque cualquier lugar es mejor que la realidad; en ese lugar de ensueños podemos prepararla, y aprestarnos a vivir esa realización, que es siempre de nuestra individualidad.