El silencio esplendoroso del Duque de Vindobona
El Duque era un personaje muy popular, eso era sabido; después de todo, Nuevo Songo se enclavaba en Playa Hedónica, una suerte de carnaval del que el Duque era rey Momo. Sin embargo, la historia se repetía y se repetía, se hacía interminable; era por eso que el Bibliotecario repasaba de memoria —¡cuánto poder!— los sucesos de Fantasia, tratando de encontrar la clave definitiva. El Duque, al que él mismo había rebautizado como el Parsimonioso, persistía en su mutismo; era probable que su confianza estuviera en aquella dignidad, que era como la belleza de Men... [ujún] Leididí, y por eso podía sostener el reducto. Pero había más, porque el peligro real podía estar en ese problema de la Fe; es decir, que Playa Hedónica fuera una fantasía sin mayor consistencia, y terminara diluyéndose como la Castalia de Hesse.
El nombre Castalia fue lo que aclaró las dudas del Bibliotecario, que decidió dejar en paz al Duque con su mutismo; después de todo, el peligro de Castalia fue que Knecht se la tomaron en serio y la defendieron como a institución. No era ese el caso de Playa Hedónica, que si se hubiese hecho continuación de lo real habría perdido sentido; por eso la historia debía ser interminable, Inga debía morir y revivir continuamente, y él debía retornar a los mensajes cifrados del Obispo dejándose de tanto lío. Se preparaban grandes acontecimientos, el Periodista regresaba con Inga que respingaba de nuevo; quizás trajera la verdad definitiva del Códice, pero el Códice es el libro eterno que todo lo relata. ¿Qué pasaría en Nuevo Songo con el regreso del Periodista?, él no lo sabía; por eso se aprestó a responder al mensaje del Obispo y comenzó a doblar el papel para hacer el juguete con que lo enviaría.
Tuesday, August 24, 2010
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Preparaos, que el final del Códice está cerca. Esperad con los candiles encendidos como las novias del Evangelio. Porque verán los ciegos, correrán los 100 metros planos los cojos y hablarán los parsimoniosos. Confesaos y arrepentíos!
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