Cantares
El Bibliotecario tomó su arpa, y aunque consciente del ridículo que hacía le extrajo unas notas desafinadas; era cierto que él no era David, pero igual la amistad dejaba huellas profundas en su alma, como a aquel lo había herido Jonatán. Todo ocurría por dentro, donde se había detenido el tiempo; ya habían transcurrido dos de aquellas jornadas en que se pasan las páginas de los libros secretos, pero sólo él las había leído. ¿Sólo él?, no podía estar seguro de eso, pero la vida le era el susto de no saber; por eso repasaba y repasaba en su interior aquellos dos últimos capítulos no revelados, y se preguntaba qué pasaría.
Era muy peligroso aquello de ponerse a leer libros misteriosos y vivos, porque se vivía presa de ellos; por eso se había dejado llevar por la melancolía y se sumía en el mismo mutismo del que antes había acusado al Duque de Vindobona. No tenía respuestas, o peor, las respuesta se las reservaba Dios; por eso, ante toda interrogante sabía que sólo podía responder un cantar de Sión; pero estaba en tierra extranjera, fuera de la esa amistad de Dios que le sería una respuesta, y cómo cantar un cantar de Sión en tierra extranjera?
Thursday, August 26, 2010
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El Bibliotecario seguira el Codice? o lo guardara junto con los antiguos pergaminos ilegibles que guarda en las oscuras galerias del castillo? Tomara la bihuela el Bibliotecario y cantara los poemas Thamacunescos para que no se pierdan? para que generaciones y generaciones recuerden las azanas de el periodista y la gran Inga? Luz al Blibliotecario, que no responda falsos documentos, solo que responda a uno en que le llegara la luz.
ReplyDeleteQuiero decirle al bibliotecario qué tenga fe en el arpa. Que el Monte Sión es toda altura, donde habita Dios. Que siempre que se eleve encontrará su nicho y arderá como la llama de fuego en medio de la zarza. Levitando siempre se aleja a Leviatán. Tenga el Bibliotecario el arpa tensa. Presto a entonarla, a lo Licario.
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