Tuesday, January 19, 2010

El debate


"—Todavía es muy burdo —le decía el prócer a su asombrado secretario—, lo toma demasiado personal; pero mira bien, por fin hemos merecido una metáfora suya, y ya es la segunda vez; ya no son siempre ataques vulgares y bajos, y si sigue así podremos reconocerle la dignidad de contrincante".


Eran tiempos turbulentos en Thamacún, que desdecían la placidez del prócer paseando por jardín de los lirios de la casa presidencial en compañía de su secretario. El pobre asistente no había formulado ninguna pregunta, pero el prócer sabía de las dudas que le apretaban el pecho; por eso él trataba de tranquilizarlo explicándole aquella maravillosa jugada de Dios, que siempre es incomprensible. Aquella tarde había ocurrido un debate público, en que el líder del Partido Liberal Constitucionalista [opositor] impugnara la presidencia del prócer; el flamante presidente del Partido Anarco Conservador, que había prevalecido en el régimen de Anarquía Participativa de Thamacún. Era obvio que se trataba de contradicciones flagrantes, aquellos partidos del liberalismo constitucionalista y el anarquismo conservador; pero peores cosas se veían de continuo en la isla grande, y el sólo recuerdo de aquellas aberraciones hacía más leve el traumatismo evidente de estas, en que los liberales se aconsejaban con Dios y los conservadores eran anarquistas.

En el debate, el líder del liberalismo constitucionalista había atacado con su ferocidad habitual al prócer; pero por segunda vez, de su boca habían salido imágenes impensables a su vulgaridad, que mezclaban las abstracciones de Dios con elaboraciones sobre las condiciones del color y los recovecos de la psiquis. "—Ni siquiera podría concebir una historia en tiempos compuestos, como ésta— seguía el prócer —; pero si sigue así habrá que reconocerlo como contendiente, ¡nada como el fragor de vencer o ser vencido, pero con merecimiento!". Por eso, ante el asombro del público, que esperaba una vitriólica respuesta, el prócer se había levantado al final del discurso y estrechado con entusiasmo las manos del contrincante. "—No soy hipócrita —aclaró al secretario —, pero la perfección exige alguna generosidad, y hemos de reconocer que se ha esforzado".

Saturday, January 9, 2010

Otra vez la frase


No era la derrota algo que el joven líder pudiera concebir, siempre quedaba el espíritu para intentarlo nuevamente todo; así pensaba, y no era precisamente un defecto suyo, sino el aire de los tiempos, que todo lo contaminaba de irresponsable heroísmo. Por eso aquel súbito desplazamiento suyo en el certamen de Thamacún no lo había amilanado, sino que lo espoleaba en su dignidad; aunque demasiado orgulloso para probar suerte dos veces donde no le habían reconocido la primera vez, decidió que su campo era el vasto campo de la heroicidad ética. Después de todo, concluía con su ingenio brillante, el valor está en la vaciedad; toda batalla hay que ganarla con la intrascendencia, que es lo que obnubila a las multitudes con palabras sonoras. Era un recurso tomado de la poesía, esa ciencia magnífica de la Idea pura [¿Eidos?]; cambiar los vocablos de lugar no necesariamente alteraba las frases en su sintaxis, y en cambio les prestaba nueva sonoridad; aunque eso las expusiera a una mayor ambigüedad de ese sentido inalterado, que siendo parabólico ya no era recto.


Así, desgastada en un certamen inútil la más brillante de sus frases, escogió otra del cofre inagotable de su intelecto; "Ser cultos para ser libres" pensó, no importa que la cultura precisara de la libertad para ser verdadera, so pena de encerrarse como nueva cárcel en su apariencia. Frase que por intrascendente estaba destinada a la gloria, no la desgastaría en concursos populares; mejor invertirla en el otro mejor, el de la batalla de ideas, donde muestran los héroes su imperecedera vulgaridad.

Friday, January 1, 2010

Cuba Alejandría, con todas las banderas


Cuando los precursores de Thamacum hablaron del Gran Salto Adelante, muchos se asustaron; y eso fue apenas natural, si evocaron los desastres de la gran revolución china, a la que sólo salvó su retorno razonable la capitalismo, aún si condicionado. Pero esa obviedad de la referencia ocultaba el otro hecho, el trascendental; aquel en que la ciudad sencillamente huía, hundiéndose en su destino nebuloso de contracciones metafísicas. El Gran Salto, era el santo hacia el Oeste, en una apuesta ciega por la civilización occidental; siquiera en los sueños, porque hasta esos cuentan cuando de lo que se trata es de la limpieza, el ebbó que nos cure. Por eso traemos nuestra enseña al movimiento Con todas las banderas porque cualquier lugar es mejor que la realidad; en ese lugar de ensueños podemos prepararla, y aprestarnos a vivir esa realización, que es siempre de nuestra individualidad.