El Bibliotecario no sabía qué hacer, si reír o llorar; pero de algo sí estaba seguro, y es que era feliz. Había logrado descifrar el mensaje del Obispo de Vindobona, en Nuevo Songo del Norte; que había sido especialmente trabajoso, porque no venía redactado en el Código Rosa, del que era experto; sino que estaba en el Código Verde del espionaje vaticano, del que no había recibido instrucción. Pero al fin, porque todo esfuerzo verdadero se corona con el éxito, lo había logrado; y en el mensaje, el Obispo le hablaba de concretar la secesión de Vindobona, aunque dudaba de la voluntad del Duque; lo que no importaba, porque ya el religioso tenía el plan perfecto, que seguro contaría con la complicidad de Roma.
La Iglesia Novosongolesa, al igual que la Inglesa —¡la madre del que diga que la Usnavi es una copiona de la Isabelita!— es encabezada por la soberana, Leididí Usnavi Burundanga I; cuya autoridad el Obispo planea desconocer, acusándola de anonifagia, dando curso a los rumores sobre su canibalismo. Eso es, a todas luces, una infamia atroz, surgida con la leyenda del Filete Vindobona; pero uno de los espías-consejeros del Obispo es el Troll de Playa Hedónica, cuya máxima reza "Miente, que algo queda, y el fin justifica los medios".
Si el Obispo lograba la separación religiosa del Ducado, el poder de Nuevo Songo sobre West Havana quedaría debilitado por su fracción interna; peor aún, a su regreso con la Verdad del Códice, el periodista tendría que volver a enfrentar el poder del Troll, inmenso tras acabar con la felicidad del reducto. El bibliotecario podía imaginar al Obispo frotándose las manos con su maquiavélico plan, mientras soltaba su ligero juguete volador al viento; y también podía imaginarse la frustración del periodista, que habiendo descubierto que el misterio del Códice era él mismo, tendría que enfrentar la perfidia del Troll en otro encuentro todavía.
Sunday, August 15, 2010
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