Monday, July 12, 2010

Del imperio de Leididí sobre el Manierista


Cuentan —pero no hay que creerlo todo— que cuando se corrieron los rumores del secuestro del Manierista hubo motín en Nuevo Songo; la gente, indignada, se arremolinó en la plazoleta del Palacio Real, reclamando la libertad del cocinero. Entonces ella, la reina salió en todo el esplendor de sus carnes y acalló el tumulto; el pueblo cegado comprendió en ese instante que si el Manierista estaba preso era por las únicas cadenas que nadie se quiere arrancar. Escépticos dicen que sólo se trataba de Luis Carbonell declamando Esa negra fuló en la televisión de la Isla Grande; pero en todo caso el efecto es el mismo, todos arrobados se postraron ante aquella inmensidad que rechazaba toda carestía con tan sólo su presencia.

Hay incluso leyendas sobre el coloniaje de Nuevo Songo sobre West Havana, que le habría impuesto un tributo de jóvenes albinos para el Manierista; y que algún sobrado hubo que se las dio de Teseo, pero que el pueblo lo rechazó con su sabiduría. "Nada mejor hay que un o una gobernante sexualmente satisfecho o satisfecha" había decretado el pueblo; y desde entonces se instituyó el Servicio Militar Voluntario en West Havana, que consistía en alimentar las otras ansias de la soberana de ultramar. Ese era un ideal con el que todos los jóvenes soñaban, y los padres orgullosos los aprestaban para esa dignidad de satisfacer a la soberana; subir esas montañas de sus senos, descender a ese lago adiposo de su vientre, sumergirse en sus adiposidades. Después de eso eran hombres, y todo gracias al Manierista, que les preparaba tan magníficas carnes; que es la afinidad en que comprendieron que él no estaba preso sino enamorado, como era además de lógico natural.

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