Wednesday, September 4, 2013

Hibernatus

El Bibliotecario escupió algunas maldiciones mezcladas con algas y agua mientras salía del mar, extenuado; no lo podía creer aun, pero tendría que aceptarlo y seguir con esa especie de maldición. Había sobrevivido, había intentado los más raros pactos con el escritor, y aun así lo todo lo había sobrevivido; claro, comprendió finalmente, en esta dimensión suya la muerte no existía, él era un personaje de ficción, y por tanto era eterno… al menos mientras viviera el autor; porque este le era como Dios, y así lo sostenía a él como el dios de los humanos a su creación —volvió a maldecir—. Podía desaparecer, pero eso era solo eventual y nunca definitivo; en esta dimensión suya, una vez que se existía era para siempre, incluso sin que la suerte que eso le depara fuera importante. Caminando por la playa hayo un caminito que se retorcía, internándose en la uva caleta, y en lontananza vio una torre medio derruida; a ella encamino sus pasos entre maravillado y curioso, y resignándose ya a esta sobrevivencia suya. El letrero caído a un costado del camino lo dejo estupefacto, anunciaba la entrada a Nuevo Songo del Norte; pero se repuso, pues comprendió que aquello formaba parte de su pathos, que era literario, y en algún momento le encontraría el sentido.

La casualidad no existe, aquel lugar común de los seres humanos era terriblemente estricto en su caso; y así, entre resignado y todavía curioso, se adentró en la destruida ciudad, dirigiéndose a la torre, que —adivinó— había cobijado al Manierista. No lo esperaba, pero tampoco le causó sorpresa el hallazgo; allí, en la primera planta y como para que lo viera el primero que entrara, estaban ellos en sus sarcófagos. En realidad se trataba de neveras, cuyas puertas de cristal revelaban al personaje que las ocupaba; y en la primera estaba la princesa Unisexy López, congelada en un gesto eterno de su eximia dance du petit chian; luego se reconoció a sí mismo, casi como si enfrentara un espejo, en los rasgos helados del Manierista, que era como un reflejo suyo. Más allá, como no podía ser de otro modo, un refrigerador de tres puertas cobijaba a Leididí Usnavi Burundanga I; a la que el librero miró por primera vez, comprendiendo el extraño destino de su amigo. Al lado de esta nevera estaba el interruptor que detendría y revertiría este proceso de hibernación de Nuevo Songo, donde él imaginaba los sótanos llenos de neveras llenas de gente; pero él no sabía si quería hacerlo, la posibilidad lo tentaba, pero… sin aquellos ojos azules del General Victoreto…

1 comment:

  1. Renacimiento?

    http://nuevosongo.blogspot.co.uk/2013/09/hibernatus.html

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