Saturday, January 28, 2012

La gran batalla

El malvado Pichi Madlover desarmó su cámara por enésima vez, y no encontró nada, como las anteriores; era un arma perfecta, pero incomprensiblemente no hacía mella en el Diamante Negro, que seguía blandiendo su metatranca. El Diamante Negro, a su vez, recostó la metatranca con cierto hastío; era claro que el combate amenazaba hacerse eterno, pues como el bandido era tan bajo los metatrancazos lo sobrevolaban sin atinarle nunca. El lugar ya no sólo había devenido en el casi desierto que exhibía construcciones dispersas, y donde sólo medraban los trolles y algunos anonimones sobrevivientes; lo peor, todos se dedicaban a la anonifagia, el único medio de alimentación que había dejado la devastación del bandido.

La cámara de Madlover tenía una peculiaridad, y era que disparaba rayos glamorosos que lograban confundir a los próceres alimentando sus células corruptoras; pero por lo mismo era ineficaz con el Diamante Negro, que no era un prócer sino un ectoplasma de un monje loco. Sólo que Madlover no sólo era bandido, sino que como buen bandido era además estúpido; no podía diferenciar la altanería del Diamante Negro entre las posturas escultóricas que solían adoptar los próceres, y por eso insistía. El Diamante Negro no quería recuperar la Playa, que daba por perdida, pero sabía que a donde quiera que fuera iría tras él el malvado Madlover como su sombra fiel; la única solución era la muerte, con lo que el Diamante Negro tampoco tenía ningún problema, pero no le haría el trabajo sucio al otro.

"No, aquello no podía seguir así" reflexionó el Diamante Negro, y entonces recordó el pasaje del Códice que todo lo había predicho; "La verdad es como una espada, que si la agarras por el filo te hiere pero si la agarras por la empuñadura te salvará" había dicho Anakantra. Se retiró a meditar, la solución tenía que ver con aquello; el héroe del Códice no lograba vencer al Heritrollo por falta de fe, por no usar aquella espada de la Verdad que le había sido dada. ¿Pero qué era la verdad?, se preguntó con el mismo estupor de Pilatos ante el Cristo; no era sólo el amor soberbio y podrido que sentía Madlover por él; eso era sabido y ampliamente comentado en toda la prensa amarilla del antiguo Hecho, y era turbador pero no letal.

¿La verdad, qué es la verdad?, había preguntado Pilatos y el Cristo no le respondió, pero a él además ya le había sido dada; así pensaba mientras se escurría entre las ruinas de la antigua Playa Hedónica, cuando de pronto la escuchó. Era la voz un poco cavernosa de la reina, que le recitaba un pasaje muy específico del Códice; más exactamente aún, de aquella oscura filípica que le sirvió de catalizador, el que hablaba de la espiral de su casta.

2 comments:

  1. El códice fue premonitorio. "La verdad es como una espada, que si la agarras por el filo te hiere pero si la agarras por la empuñadura te salvará". Si el diamante empuña y al final prevalecerá porque "la espada de la verdad nos hará libre", citando los apócrifos de Thamacún. Aunque, como se preguntaba Pilato: "Qué es la verdad?". La verdad es espada, pero es círculo. Es un círculo vicioso", vuelvo a los citar a los apócrifos de Thamacún.

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  2. Fe de Rata: "El diamante empuña y al final prevalecerá..."

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